Tradicionalmente, los centros comerciales de hace 20 años eran grandes construcciones, con pasillos amplios sin vida, y locales que cumplían con un mix importante para el visitante. Un consumismo básico, perdiendo de vista lo intangible.

Hoy, un centro comercial se ha convertido en una plaza de esparcimiento y miembro importante de la cultura de una comunidad, donde se busca un desahogo social y comercial, encontrando a gente que piensa y busca lo mismo, así como resolver necesidades y actividades diarias. Muy probablemente estamos hablando que se puede pasar más tiempo en un centro comercial, que en tu propia casa.

Y hoy, experiencia es la palabra clave, es la principal exigencia del consumidor para cualquier toma de decisión de su día a día. El consumidor se ha dado cuenta, que es el principal eslabón en la cadena del retail, y que tiene el poder de derrumbar cualquier producto, sin importar el nombre o tamaño.

El juego ha cambiado, el retail está más vivo que nunca, solo que hoy tiene vida, demanda espacios que sientan y que tengan ambiente diferente, demanda tener un ADN propio, enfocado a los requerimientos de la comunidad en la que se desenvuelve, y debe convertirse en el principal aliado de cada uno de sus visitantes.

Así que el éxito de cualquier proyecto inmobiliario está basado en la planeación, ejecución y operación, conociendo las tendencias globales y locales, entendiendo a la perfección el lugar que ocupa y la responsabilidad que tiene por ser parte de una comunidad, ofreciendo un valor único, casi especializado para cada uno de los miembros y visitantes.